A esas personas que pasaron por mi vida, en estos más de 30 años de servicio altruista
ayudándolas a través de mis profesiones tradicionales, con un trato amable
"como de la familia" y que depositaban en mí no solo su aspecto físico, sino su corazón
y sus problemas.
Ya muchas no están en la Tierra. Volaron al Cielo o donde sea que estén ahora.
Fueron no solamente "clientes" sino generosos, cariñosos y grandes enseñanzas en mi vida.
Puedo decir que muchas fueron fieles hasta el momento de partir.
Y creo que es una gran satisfacción poder afirmarlo, después de tantos años dedicada al prójimo.
Para mí, es una gran recompensa mucho más valiosa que todo el oro del mundo.
A tod@s ell@s